La alegría que supone la experiencia de comer




EL PLATANO LOCO


Por José D. Sánchez


No es lo que se conoce en inglés como "Woody Woodpecker" (El Pájaro Loco). Tampoco es una porno criolla que consigues en el más ilegal de los pulgueros. Es el Taj Mahal del plátano en Puerto Rico. Localizado en el pintoresco pueblo de Aguada, este santuario gastronómico se encuentra en lo alto de un monte y la llegada a sus puertas es como terminar una peregrinación. El camino al barrio Jagüey se ha convertido en el camino a Santiago para quienes deseamos degustar del delicioso plátano en todas las manifestaciones posibles ante los ojos y paladares de los comensales. Vamos rezando: "Señor, que me quepa todo lo que pida. Que mis acompañantes pidan un plato diferente cada uno para yo poder hacer un buffet a cuesta de ellos. Y que mi camino de regreso no se vea atormentado por el sueño que provoca una soberana 'jartera' ". Por el contrario, que se mantenga despierto el deseo de volver como si nunca hubiera venido y comer como si nunca hubiera mañana. Amén". Una vez terminas esta oración, los más exquisitos platos confeccionados a base del glorioso plátano esperan a que te armes de ellos para que mates a la que te está matando. Es bien probable que cuando llegues no sepas qué pedir y que te quedes plantao frente al menú cuyas fotografias me recuerdan muy bien a la exposición y libro homónimo "The Earth from Above" (La tierra vista desde el cielo). Ese será "El plátano visto desde tus ojos (y desde tu estómago)". Vas a salivar como los perros de Pavlov cuando veas al Plátano Burger, pasteles, Mofongo, Sandwich de plátano, plátano asado, que es una réplica de la papa asada de carrito; una generosa capa de queso sobre pollo o pavo (o lo que quieras) con un fondo de amarillos (plátanos maduros). También están las arañitas de plátano, bolitas de> plátano, sopa de plátano, taco de plátano, pizza de plátano, lengüitas de plátano y, entre otros, mi favorito: ISLA DE PLATANO CON CARNE FRITA O CHICHARRON DE POLLO. Obedeciendo la definición de "isla", es un pedazo de mofongo al que se le incrusta carne frita o chicharrón de pollo en su centro y rodeado de una deliciosa salsa de plátano por todas partes. Dime si no estoy en lo correcto que es muy difícil la decisión. Luego de ordenar, te sientas a esperar en su amplio salón de madera, bien "old school" y adornado con todo tipo de artículos de coleccionista, fotografías de paisajes puertorriqueños y juguetes antiguos, entiéndase trompos, carritos hechos de lata y madera y cosas por el estilo (contrario a ciertas generaciones que consideran el Nintendo un juguete antiguo; claro, esos son los mismos criados en la losa que no saben ni lo que es un trompo o un gallito de algarroba). Una vez empiezas a comer, surgen las reacciones inmediatas. "¡Qué rico!" "¡Qué cosa cabrona!" "¡Esto sabe cabrón!" "¡Puñeta, pero por qué no vine antes aquí"! "¿Cuándo volvemos?" Y otras típicas expresiones de la admiración y del "feedback" puertorriqueño afloran de la misma boca que usaron para comer. Recuerda, que en tu agenda no falte en este verano una visita El Plátano Loco. Que, aunque desde abajo no esté tan visible como el Cristo de los Andes, igual te espera con sus brazos abiertos. ¡Buen provecho!
* Son varios los escritores puerorriqueños que abordan el tema de la comida y el comer típico de nuestra isla en sus escritos. Entre ellos menciono a mis favoritos: "La manteca que nos une" de Magaly García Ramis; El elogio de la fonda de Edgardo Rodríguez Juliá; "Hay una mosca en mi plato" de Juan Antonio Ramos y algunas de las columnas de Luis Rafael Sánchez recogidas en el libro Devórame otra vez. (Nota de la editora)
¡Hasta mañana!

Comentarios

Entradas populares