G U A N I C A











Hoy atendí a un turista que buscaba una guía de viajes sobre Puerto Rico y me pidió que le sugiriera algún lugar en el área suroeste de la isla que él debería visitar. Sin pensarlo dos veces saltó de mi boca la palabra Guánica. La razón es simple: el pasado año estuve de vacaciones allá y había tanto que hacer que el tiempo no me alcanzó en aquellos 4 días. Entonces me preguntó: ¿qué hay en Guánica? Y yo le dije: ¿Qué NO hay en Guánica!? Tiene un bosque seco de una biodiversidad extraordinaria, playas transparentes como Playa Santa, isla de Gilligan y otros islotes como los de Caña Gorda; todo una carretera que te lleva a diferentes playas donde puedes observar corales, peces o simplemente bañarte. Nuestra hospedería fue Guánica 1929, que originalmente era una casona que albergaba a dueños y trabajadores de la central azucarera de la que aun quedan vestigios en el horizonte. Está situado a orillas de la majestuosa bahía de Guánica que sirvió de entrada invasores españoles y americanos de los siglos XVI y XIX respectivamente. Aunque no pude visitar ningún lugar histórico en específico -salvo la bahía- lo cierto es que a cada lugar que miras te encuentras con un recordatorio de tiempos tan remotos como los años 1500 colándose entre las fachadas nuevas que van emergiendo con el paso del tiempo. Son testigos silentes de otros tiempos que vieron llegar a gentes que cambiarían y, en última instancia, determinarían el futuro no sólo de Guánica sino de Puerto Rico todo.
El simpático turista se fue contento y muy agradecido con el único libro de turismo ilustrado que había no sin antes asegurarme que visitaría Guánica en los días venideros.

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